El primer objeto interestelar encontrado proporciona una excelente prueba del proceso científico
El 19 de octubre de 2017, el primer objeto interestelar detectado en el sistema solar, Oumuamua, fue descubierto por el estudio Pan-STARRS. Las seis anomalías exhibidas por este extraño objeto desde su descubrimiento implican que no se parece en nada a la variedad de asteroides o cometas que nacen en el sistema solar. ¿Qué es entonces? La desviación de Oumuamua de una órbita kepleriana alrededor del sol, combinada con la falta de pruebas de desgasificación cometaria, promovió la opción de que podría ser una vela de origen artificial.
Como resultado, numerosos reporteros me preguntaron recientemente por la «probabilidad visceral» que atribuyo a la posibilidad de que ‘Oumuamua sea artificial. Me negué a darles una respuesta cuantitativa. Mi experiencia pasada me enseñó a no confiar en las corazonadas en situaciones como ésta, porque las corazonadas están guiadas por prejuicios (etiquetadas por los estadísticos bayesianos como la «probabilidad previa»). Y los prejuicios se forman por la experiencia, por lo que corremos el riesgo de perdernos descubrimientos inesperados si siempre esperamos que el futuro se asemeje al pasado.
Algunos aficionados a los medios sociales declararon con gran confianza que Oumuamua no es de origen artificial. Pero no aportaron pruebas que apoyaran su afirmación. Argumentaban que «hay cosas que no entendemos, que sin embargo se cree que tienen su origen en causas naturales».
Pero esto no es excusa para dejar la opción de origen artificial fuera de la mesa para ‘Oumuamua’. La noción de que una civilización alienígena podría existir se basa en los hechos de que nuestra civilización existe y que las condiciones físicas en las superficies de muchos otros planetas se asemejan a las de la Tierra. La posibilidad de un «mensaje en una botella» de otra civilización no debe, por lo tanto, ser descartada ab initio. Después de todo, hay conceptos generales que son mucho más imaginativos que esta posibilidad, pero que tampoco han sido probados.
Por ejemplo, ¿qué puede ser más extraño que postular la existencia de dimensiones extras para unificar la mecánica cuántica y la gravedad? ¿O postular una nueva forma de materia hecha de partículas aún no descubiertas para explicar el movimiento de las estrellas en las galaxias? Sin embargo, los conceptos de dimensiones adicionales y materia oscura sirven como dogmas generales en la física y la astronomía de hoy en día.
Fuente: Abraham Loeb – scientificamerican.com
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