Luis Elizondo, quien solía encabezar el estudio secreto de los OVNIS para el Pentágono, insinúa en una entrevista reciente que el 2019 podría ser el año en que se entablen conversaciones sobre este fenómeno.
Los ovnis vuelven a ser noticia. El gobierno estadounidense admite 120 avistamientos para los que no tiene explicación y publica informes secretos del Pentágono. ¿Qué ha cambiado para que un tema tabú se tome en serio? ¿Hay pruebas de vida extraterrestre o se trata de una repetición de la Guerra Fría? Hablamos con el hombre que durante siete años dirigió el programa secreto OVNI del Pentágono.
El tipo de cosas que Luis Elizondo veía cada día en su trabajo eran suficientes para que uno se frotara los ojos. El ex oficial de inteligencia del Ejército de Estados Unidos acudía todas las mañanas a la quinta planta del anillo C del Pentágono y salía al final del día abrumado por el asombro y la frustración de no poder compartir con nadie lo que había visto.
Elizondo, veterano de Afganistán, era el responsable del Programa de Identificación Avanzada de Amenazas Aeroespaciales, un proyecto que funcionó entre 2008 y 2012 bajo total secretismo, aunque distintas fuentes aseguran que se mantuvo activo al menos hasta 2017 y que se ha retomado. Allí, un equipo de científicos, ingenieros y militares investigaba las denuncias de ovnis y trasladaba sus conclusiones al Departamento de Defensa. Cientos de avistamientos e incidentes pasaron por la oficina de Elizondo. Material clasificado durante años, sobre el que el Pentágono y los servicios de inteligencia deben ahora rendir cuentas al público. Elizondo cuenta en exclusiva a XLSemanal lo que vio durante los nueve años que estuvo en el programa (siete como director).
XLSemanal. Hábleme de los incidentes que estudió en el Pentágono…
Luis Elizondo. Investigábamos objetos que invaden nuestro espacio aéreo sin que podamos hacer nada. Cosas que pueden volar a 18.000 kilómetros por hora. Y hacer giros imposibles. El SR-71 Blackbird de nuestra Fuerza Aérea alcanza un máximo de 3500 kilómetros por hora y para hacer un giro a la derecha necesita la mitad del estado de Ohio.
XL. ¿Cuál fue su conclusión?
L.E. Cuando ves que algo es capaz de volar a 80.000 metros, descender a 15 metros e incluso sumergirse en el agua, reconoces que estás ante una tecnología más avanzada que la nuestra…
XL. ¿Creía usted en los ovnis antes de ser asignado al programa secreto del Pentágono?
L.E. Nunca me había interesado por el tema. Ni siquiera tuve tiempo de pensar en ello…. Pero no se trata de creer o no creer. La cuestión es ver qué podemos demostrar científicamente. Y los datos de observación de los últimos setenta años nos dicen que hay objetos en nuestros cielos que desafían las leyes de la física. El método científico es la herramienta que tenemos para averiguar cuáles son. Pero necesitamos un esfuerzo colectivo porque es un problema muy difícil que requiere muchas mentes para resolverlo.
XL. ¿Qué tipo de personal formaba su equipo?
L.E. Personal científico, sobre todo ingenieros electro-ópticos, expertos en aviónica…. También personal de inteligencia. Tuve mucha suerte de contar con individuos muy valientes y perspicaces bajo mi mando.
El programa se financió con una partida de 22 millones de dólares solicitada por el ex senador de Nevada Harry Reid, lo que no fue una ventaja para algunos mandos de Defensa. Reid tiene fama de excentricidad, ya que ha aireado sus sospechas de que la empresa armamentística Lockheed Martin posee material secreto procedente de naves extraterrestres estrelladas.
XL. ¿Se respetaba su trabajo o se les veía como un grupo de chiflados?
L.E. Parecía que había elementos en el Pentágono empeñados en ocultar al público todo lo que estábamos aprendiendo. Confío en que eran una minoría y que, a la larga, la verdad prevalecerá.
Harto de la incomprensión de algunos superiores, Elizondo presentó su dimisión en 2017 a través de una carta en la que advertía de que «los retos burocráticos y las mentalidades inflexibles» obstaculizaban la investigación de fenómenos que podían comprometer la seguridad del país. Una carta que molestó en las altas esferas.
XL. Usted dimitió, como contó, harto de que sus informes no fueran entregados ni siquiera a los más altos responsables del Departamento de Defensa.
L.E. Sí. Yo era un oficial de inteligencia y mi trabajo era investigar los hechos, encontrar la verdad y decir la verdad. Y es triste que para cumplir esa misión tuviera que dejar mi puesto. Pero así fue, me enfrenté a mucha oposición interna.
XL. ¿A qué cree que se debió?
L.E. Por varias razones. Hay gente que siente que se cuestionan sus creencias filosóficas o religiosas; otros no pueden asimilar que son incapaces de garantizar la seguridad nacional; no quieren parecer ineptos.
Una filtración decisiva
Pero antes de dejar el Ejército, Elizondo hizo algo más: consiguió que se desclasificaran tres de esos increíbles vídeos; y se los entregó a Chris Mellon, ex subsecretario de Defensa. Mellon los filtró a The New York Times. La filtración dio lugar a todo tipo de teorías fantásticas, hasta que el Pentágono verificó que los vídeos eran auténticos. Desde entonces, la maquinaria de Washington comenzó su lenta pero implacable búsqueda de la verdad. El 25 de junio es la fecha límite para que Defensa y los servicios secretos presenten al Congreso un informe sobre el fenómeno OVNI, que ya no se llama así, porque la palabra se asocia a los extraterrestres. Ahora se conoce como UAP (unidentified aerial phenomena).
XL. Usted tuvo un papel clave en la filtración de los vídeos que acabaron desencadenando la petición del Congreso. ¿Qué espera del informe?
L.E. Que el Senado pida ese informe significa que el tema se está tomando más en serio en los últimos años. Aunque sigue siendo un tema incómodo para algunos. Estamos sólo al principio de un largo proceso. Veremos qué pasa, pero soy optimista.
Uno de esos vídeos recoge un incidente en el que están implicados cuatro pilotos de la Marina, entre ellos la teniente Alex Dietrich, de los Black Aces, un escuadrón de cazas F/A-18 Super Hornet con base en California. Ahora tiene 41 años, es profesora en la Academia Naval de Maryland y madre de tres hijos. A Dietrich le gustaría pasar desapercibida, pero no puede. Se le acercan periodistas, políticos e incluso políticos. Se le acercan periodistas, políticos y también lunáticos que han localizado su teléfono y la bendicen o la insultan. Todos ellos quieren saber qué ocurrió el 14 de noviembre de 2004 sobre el Océano Pacífico, a unos 160 kilómetros al suroeste de San Diego, en un día despejado y con cielo azul.
Esa mañana, Dietrich despegó del portaaviones USS Nimitz en su F-18, con un copiloto. Estaba escoltando al caza de su comandante, David Fravor, en una misión de reconocimiento. El nuevo radar de un buque de apoyo había detectado en el horizonte lo que los operadores llamaban «múltiples vehículos aéreos anómalos», que realizaban maniobras imposibles, como descender a 80.000 pies (25.000 metros) en menos de un segundo. Dietrich y Fravor fueron a echar un vistazo. Localizaron un objeto blanco, del tamaño de un autobús, con forma de píldora, que se movía de forma errática. Fravor le dijo a Dietrich por radio que se quedara atrás mientras él volaba más cerca de la cosa. «Algunos días tu jefe te pide que despejes la cubierta. Otros días te pide que te quedes a cubierto mientras él se enfrenta a un OVNI», bromeó. El objeto comenzó a imitar los movimientos del avión militar y luego desapareció. Era como si se burlara de ellos. ¿Es todo lo que sabe hacer?
El encuentro fue grabado con una cámara de infrarrojos. El audio recoge los aullidos de los pilotos que siguieron los movimientos imposibles de la aeronave, como sumergirse en las aguas del océano y luego emerger a velocidad supersónica. El ánimo de los aviadores navales puede ser brutal. Y en los días siguientes al avistamiento, los compañeros de Dietrich le dejaban sombreros de papel de aluminio en el comedor. Los implicados en el incidente presentaron un informe a sus superiores…. Que se guardó en un cajón durante años. Hasta que cayó en manos de Elizondo…
Desde que dejó el Ejército, Elizondo se dedica a la divulgación de estos fenómenos, aunque sigue sujeto a una cláusula de confidencialidad de por vida con el Gobierno de Estados Unidos, por lo que debe medir muy bien lo que cuenta. Cuando se filtraron los vídeos, se armó tal revuelo que incluso se puso en duda que hubiera trabajado en el Pentágono, hasta que el ex senador Harry Reid y otros altos cargos vinculados al programa certificaron que lo había hecho y le agradecieron públicamente sus servicios.
XL. ¿Cuál es su misión?
L.E. Mi misión es cuestionar el secretismo de los últimos 75 años sobre los ovnis y hacerlo de forma que nos lleve a un mejor y más profundo conocimiento de este gran enigma.
XL. ¿Y qué tan cerca cree que está de cumplir su misión?
L.E. Me gustaría aclarar que no es sólo mi misión, es nuestra misión como seres humanos. A lo largo de nuestra existencia hemos ido refinando la percepción de nuestro lugar en el universo. Ya sea el heliocentrismo en el siglo XVI, la teoría de los gérmenes en el siglo XIX o la tectónica de placas en el siglo XX. Nuestra visión está en constante evolución, y ahora debe evolucionar para incluir los fenómenos que presencian nuestros pilotos militares y el personal civil, así como las personas de todo el mundo.
XL. Hay que dar un salto mental muy grande….
L.E. Creo en la ciencia y en el método científico. Pero para estudiar el tema, la comunidad científica merece transparencia por parte del gobierno de Estados Unidos y de los gobiernos de todo el mundo.
XL. Al final no me ha dicho si estamos más cerca de conocer la verdad?
L.E. Creo que en los últimos cinco años se ha avanzado mucho. Tengo esperanzas.
XL: Y en cuanto al estigma, ¿se ha sentido señalada?
L.E. Sí, los pocos que hemos hablado públicamente de ello, pilotos, testigos… lo hemos sufrido. Es muy difícil de soportar. Pero las cosas por las que merece la pena luchar son difíciles. Siempre me digo que no quiero ser un caballero medieval de brillante armadura. Si luchas por lo que crees, tu armadura estará abollada y medio rota. Mira, mi familia materna emigró a Cuba desde España. Mi abuela es de un pueblo de Navarra. Mi padre fue un disidente cubano, un preso político de Castro. Nunca dejó de luchar por la verdad. Eso es algo que he heredado de él.
El informe que tiene en vilo a Washington
El informe, que tiene en vilo a Washington, fue solicitado por el senador republicano Marco Rubio. Y hay hipótesis para todos los gustos. Las Fuerzas Armadas tienen un largo historial de echar las manos a la cabeza en este tema, pero Rubio cree que quizá esta vez sea diferente. «Lo sabremos cuando tengamos el informe. Algunos de mis colegas están muy interesados en este asunto y otros, ya sabes, se ríen en voz baja. Pero no creo que podamos permitirnos que el estigma nos impida tener una respuesta a una cuestión fundamental», dijo. Por el momento, ya se ha filtrado que, sea lo que sea, no se trata de tecnología militar secreta de Estados Unidos. Y que hay al menos 120 incidentes para los que Defensa, el FBI y la CIA admiten que no tienen explicación. La lista de sospechosos es corta. Una hipótesis sostiene que China ha dado un salto en la tecnología de los drones. Pero a los expertos no se les escapa que el fenómeno OVNI, que comenzó en 1947 con el avistamiento de «nueve platillos volantes» sobre el cielo de Washington, fue principalmente un producto de la época de la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética y Estados Unidos competían por ser la potencia dominante. ¿Estamos ante una repetición de lo ocurrido en los años 50, sólo que el ganador de aquella contienda se enfrenta ahora a un nuevo contrincante? Otra explicación sería que muchos de estos fenómenos no son más que errores en la interpretación de los datos, trampantojos creados por los instrumentos electrónicos de los aviones.
XL: ¿No podrían ser fenómenos atmosféricos, o fallos en los sistemas de visualización…?
L.E. Todo eso es lo primero que analizamos. Pero los testigos presenciales están ahí. Y sus observaciones están respaldadas por el radar.
XL. Los testigos presenciales pueden equivocarse…
L.E. Nuestros pilotos son observadores entrenados. Hemos gastado millones de dólares en entrenarlos para que tengan un pensamiento crítico y puedan mirar una silueta y determinar si se trata de un MIG-25 o de cualquier otro avión.
También hay quienes creen que se trata de una gigantesca operación para desviar la atención de la pandemia y sus consecuencias económicas, al menos durante una temporada. O que se trata de un ejercicio de propaganda para meter miedo a la gente y poder llevar a cabo millonarios programas de armamento dirigidos contra enemigos que ni siquiera existen. No en vano, la palabra de moda entre los contratistas militares es «misil hipersónico», que Estados Unidos, Rusia, China… están investigando. Alcanzaría el Match 5 (cinco veces la velocidad del sonido), y las defensas actuales son demasiado lentas para contrarrestarlo.
XL. Su equipo ha elaborado una lista de cinco capacidades de vuelo que desafían la lógica y que denominan «los cinco observables»: giro antigravitatorio, aceleración instantánea, velocidades hipersónicas sin firma, camuflaje y viajes transmedios. ¿Cuál es la más sorprendente desde el punto de vista de la aviación actual?
L.E. Todas lo son. Los pilotos de la Armada que participaron en el encuentro del Nimitz fueron testigos de un objeto que desafiaba la gravedad de la Tierra y no mostraba ningún medio visible de propulsión. No hay nada en el arsenal estadounidense capaz de lograr esto.
XL. ¿Y si se trata de tecnología avanzada de otros países?
L.E. Es difícil creer que Rusia o China puedan tener esta tecnología, sobre todo porque los registros desclasificados muestran avistamientos similares durante décadas. Es una tecnología que está más allá de esta generación. Una tecnología que puede acelerar hasta 700 ‘G’ [un piloto sometido a 9 ‘G’ pierde el conocimiento], que puede evadir el radar y viajar por el aire, el agua y el espacio exterior. Y que no tiene motores visibles, ni alas, ni cabina de mando.
XL. ¿Suponen estos objetos una amenaza para Estados Unidos?
L.E. Han estado a punto de colisionar con aviones de la Marina y tenemos encuentros con ellos todos los meses. Son capaces de hacer cosas que nosotros no podemos. Deben ser considerados una amenaza. Ahora bien, no conocemos sus intenciones. Pero se trata de un fenómeno global, no sólo de Estados Unidos. Todos los gobiernos deberían cooperar.
XL: ¿Espera que otros países sigan el ejemplo de Estados Unidos y empiecen a desclasificar documentos?
L.E. Países de todo el mundo tienen archivos de encuentros similares. España, Brasil, Reino Unido y otros ya han desclasificado documentos sobre objetos que muestran características de los ‘cinco observables’…. El archivo OVNI del gobierno español está muy bien organizado. Canadá es otro que ofrece un buen sistema de recopilación de informes de incidentes.
¿Propaganda para justificar más gasto en armamento?
Es muy posible que el informe recoja más vídeos grabados desde aviones, así como declaraciones de testigos, estadísticas, fotos de satélite y datos de radar. Sin embargo, también es posible que no arroje mucha luz sobre estos hechos. No son pocas las tripulaciones que afirman haber tenido encuentros de este tipo en muchas de sus salidas. «Si fueran aviones tácticos de otro país estaríamos ante un gran problema. Pero como parecen otra cosa, no estamos dispuestos a mirar el problema a la cara. Nos conformamos con ignorar el hecho de que están ahí fuera, observándonos cada día», explica el ex piloto de la Marina Ryan Graves. Por supuesto, la tesis preferida entre los estadounidenses es que se trata de naves espaciales extraterrestres. Casi la mitad cree que hay vida extraterrestre. Y en abril del año pasado se registró el mayor número de avistamientos de la historia en el país, unos mil. Evidentemente, durante el encierro, la gente tenía más tiempo para mirar al cielo. Pero lo cierto es que últimamente nos hemos ocupado de buscar señales de que no estamos solos en el cosmos. Ahí está la visita de Oumuamua, el misterioso objeto interestelar que fascina a los astrofísicos, incluido Avi Loeb, la eminencia de Harvard que cree que es un «velero» espacial.
XL. ¿Podrían ser extraterrestres?
L.E. Al menos hay que estudiarlo. Hay que poner todas las opciones sobre la mesa. Pero el término ‘extraterrestre’ nos limita. Si hay pruebas de que estos objetos llevan con nosotros al menos 70 años, y posiblemente más, es algo que está ocurriendo en la Tierra.
XL. ¿Cree que se trata de vuelos de ‘observación’?
L.E. Tenemos indicios de que puede ser así. Muchos de estos avistamientos están teniendo lugar en las proximidades de instalaciones nucleares…. Pero hay que tener cuidado al interpretar estos datos. Podemos caer en la trampa de antropomorfizar un fenómeno que, desde el punto de vista científico, sigue siendo inexplicable.
XL. ¿Por qué estos objetos imitan a veces los movimientos de los aviones con los que se encuentran?
L.E. Algunos consideran que están jugando con nosotros. Otros lo ven como una forma de comunicarse. Y algunos lo ven como una táctica evasiva para evitar que nuestros cazas se acerquen demasiado. ¿Pero estamos antropomorfizando de nuevo?
Hasta ahora, la mitología extraterrestre se ha apoyado en el pilar de que los gobiernos de todo el mundo llevan décadas recopilando una inmensa cantidad de datos sobre los extraterrestres, que ocultan al público. Pero las tornas parecen haber cambiado. Ahí están las recientes declaraciones del ex presidente Barack Obama en televisión: «Lo que sí es cierto, y lo digo en serio, es que hay fotos y grabaciones de objetos en los cielos que no sabemos exactamente qué son». Secundado, además, por tres ex directores de la CIA, John Brennan, James Woolsey y John Ratcliffe. Por supuesto, es posible que nos llevemos una decepción, como ocurrió con el Proyecto Libro Azul de la Fuerza Aérea, que investigó el fenómeno entre 1952 y 1969 y terminó con 710 casos sin resolver de los casi 13.000 analizados.
XL: ¿Qué ha cambiado para que no se vuelva a cerrar el Libro Azul?
L.E. Que antes sólo teníamos los testimonios de los observadores, los informes de los pilotos…. Ahora cada nave, cada avión, tiene sensores muy sofisticados. Podemos estudiar la trayectoria, la velocidad y la altitud de estos objetos… Y vivimos en la era de la comunicación digital. Es más fácil que nunca difundir los hechos.
De todos modos, por improbable que sea, no hay que descartar que se cumpla el deseo de la comunidad ufológica y estemos ante la mayor noticia de todos los tiempos. Que haya alguien ahí fuera…
Fuente: abc.es