En una pequeña y solitaria ciudad, en un oscuro y solitario bosque, un monstruo solitario se retira de su extraño y solitario mundo y entra en el reino del mito humano. La última producción de Small Town Monsters de Seth Breedlove, The Flatwoods Monster, cuenta la historia de un extraño centinela alto y de la familia May que se topó con él una noche de 1952.
Se han realizado importantes investigaciones sobre el monstruo de Flatwoods, una compleja colección de información real y de ficción, pero el documental de Breedlove cuenta con éxito la historia desde la perspectiva de dos de los testigos que estuvieron presentes, Edward y Fred May, los hijos de Kathleen May, que también estuvieron presentes en el evento. Para reforzar el famoso encuentro, otras historias de la comunidad de Virginia Occidental sobre objetos extraños en el cielo y criaturas curiosas en el bosque apoyan la larga historia del condado con actividades anómalas.
Los estupendos efectos visuales y las secuencias animadas del documental son una extraña mezcla de gráficos generados por ordenador y stop motion. La música original se suma a la espeluznante sensación general de los eventos que se presentan como horripilantemente verdaderos y absurdos. Tanto si crees en los monstruos como si no, te vas con la esperanza de que no sean reales.
Breedlove no pierde el tiempo en esta película haciendo las mismas preguntas de siempre que muchos de sus compañeros sin inspiración siguen haciendo. No importa quién o qué es el monstruo, porque esa pregunta nunca puede ser respondida. En vez de eso, toca la única pregunta que vale la pena hacer. Propone un mundo donde los monstruos son reales, pero lo más importante es que los propios monstruos evolucionan con sus leyendas. ¿Pueden los monstruos ser objetivos y subjetivos a la vez? ¿Son lo que nosotros hacemos de ellos, pero al mismo tiempo, realmente persiguen zonas desiertas y tranquilas de un bosque donde una madre desprevenida y sus hijos pueden tropezar con ellos?
Aquí es donde la película realmente deja una profunda impresión. No repitiendo viejas historias de las cosas que van a chocar en la noche, sino la posible realidad de que el choque es simultáneamente realidad y ficción, verdadera y absurda, y que las líneas arbitrarias que trazamos entre lo que es real y lo que no lo es son ilusiones. No necesitamos creer en monstruos para que existan, pero en algún lugar tranquilo y solitario dentro de nuestras mentes, una brecha entre los mundos, los monstruos salen a recorrer las oscuras carreteras donde los automóviles se paralizan y las víctimas desafortunadas se lanzan sobre sus esposas e hijos en vanos intentos de protegerlos de lo que no puede ser explicado.
El documental vale la pena, y lo recomiendo para cualquiera que esté interesado en la tradición de los OVNIS. Corta con las tonterías de siempre, y se centra en lo que realmente importa; la gente que cambió para siempre al ver algo que el resto de nosotros, ojalá nunca lo haga.
Todo lo que acecha en las colinas alrededor de Flatwoods y acecha los campos de los granjeros asustando a los niños, está en la metamorfosis; siempre cambiando con los tiempos y en comunión con nuestra imaginación. La película de Breedlove no es aterradora porque sugiere que los monstruos pueden ser reales, es aterradora porque nosotros los hacemos.
Fuente: - MJ Banias – terraobscura.net